Sábado
Hoy fue un día largo, desde la mañana ya me sentía algo mal, estaba enferma y, para ser honesta, no tenía nada de ganas de ir a clases de inglés. Pero aún así fui.
Cuando salí de las clases mi mamá me llevó a comprar un McDonald's y después fuimos directo al colegio porque tenía un partido de volleyball. El partido fue larguísimo, duró casi tres horas y jugué todo ese tiempo sin parar. Estuvo muy entretenido, me sentí bien en la cancha y logré hacer varios puntos. Sentí que jugué bastante bien y mis amigas junto a mi mamá, hermana y abuela llegaron a verme.
Pero cuando llegué a mi casa, tuve una sensación rara, como un bajón de tristeza. Tuve un “déjà vu” por qué me di cuenta de que la última vez que jugué un partido así, con el mismo uniforme y llegando a mi casa a la misma hora, fue el día en que tuve que salir corriendo del partido a mi casa para despedirme de mi perrito, justo antes de que falleciera.
Y aunque hoy fue un buen día, ese recuerdo me dejó algo triste al final.
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